La pelota de los guarros, los hoyos y el hoyo pelota
El nombre debe estar ligado a la tradicional crianza de cerdos o guarros en mi pueblo Salvaleón (Badajoz). Para comenzar a jugar se hacían hoyos pegados a una pared. Yo solía jugar en la pared del estadio de los cinco olivos (allí jugábamos al fútbol). Estos hoyos debían ser redondos y de cierta profundidad. Se utilizaba una pelota de goma, del tamaño de una pelota de tenis. Cada participante tenía su propio hoyo.
Se establecía un orden de tirada. Desde una distancia prefijada, se iba lanzando la pelota intentando introducirla en los guas de los demás o en el tuyo propio si tú querías lanzar.
Cuando la pelota caía dentro de uno de los
guas, el dueño debía intentar coger la pelota lo más rápido posible e
intentar darle a uno de los participantes que huían a toda velocidad. Si
conseguías darle, a este se le colocaba
una piedrecita en su hoyo. Si no le dabas se colocaba una de las piedras
en tu propio hoyo.
Aquel participante que acumulaba tres
piedrecitas (tres guarros), se le colocaba la madre al lado del hoyo. Si
también entraba la madre, debía colocarse de cara a la pared, los demás desde
una distancia ya marcada le tiraban a darle un pelotazo. Si se le daba causaba
risas y algarabía entre los demás , enfado y algún llanto para el que lo recibía .
LOS HOYOS
Pueden jugar entre cinco y ocho jugadores. El hoyo será lo suficientemente hondo como para que la pelota, tras deslizarse por el suelo, pueda meterse en el hoyo sin problemas. En primer lugar se echa a suertes para ver el jugador que comienza la tanda de lanzamientos. El resto de jugadores colocan al lado de su agujero correspondiente
El juego consiste en lo siguiente: el primer jugador lanza su bola y, tras deslizarse por el suelo, deberá entrar en algún hoyo, excepto en el suyo. Si tras cinco intentos consecutivos no consigue hacer hoyo, se le anotará un punto. Cuando la pelota cae en una poza, su dueño la cogerá rápidamente tratando de golpear con ella a cualquiera, pero sin moverse de su sitio. El resto, al ver que la pelota no cae en su hoyo escapará buscando refugio lo más rápido posible. Si el lanzador falla el tiro, suma una falta y si consigue tocar a alguien con la pelota se le anota al jugador tocado.Cuando un jugador suma tres puntos se dice que “está en capilla”, ya que si se anota un punto más se le vendarán los ojos con el pañuelo y tratará de llegar a tientas a su poza, saliendo desde una distancia de 10 m. Si lo consigue, podrá seguir jugando y si no lo consigue, deberá pagar una prenda en forma de mandato de los otros jugadores
EL HOYO PELOTA
Se hacían hoyos en la tierra según la cantidad de
jugadores. Se utilizaba una pelota bien
de trapo o la de goma.
Para saber quién era el lanzador de la pelota se
sorteaba ( lanzando la pelota a los
hoyos o por otro medio).
El primer participante tenía tres tiros al hoyo menos al suyo, si no conseguía meter la pelota en ninguno, ya tenía una prenda
El resto de los jugadores se alineaban más o menos a 5 metros de los hoyos esperando el tiro y mirando atentamente a su hoyo. Cuando la pelota caía dentro de un hoyo, el dueño tomaba la pelota mientras el resto se lanzaba corriendo hasta la esquina donde estaba el palo de la luz callejera (más o menos a 50 metros de los hoyos) para tocarlo e inmunizarse y debía regresar rápidamente corriendo a tocar su hoyo para salvarse del gran “pelotazo” que le tiraría este jugador dueño de la pelota.
En el palo de la luz de la esquina sucedían
dos situaciones:
Primero: El que tocaba el
palo estaba inmunizado del tirador porque venía en sentido contrario a él y
tenía prohibido darle el pelotazo. El tirador debía llegar al palo de la
luz, y si allí no encontraba a nadie, le daba la vuelta al palo y ahí ya
estaba habilitado para lanzarle la pelota a los que corrían de regreso hacia su
hoyo.
Segundo: Muchos de los participantes que no eran tan rápidos quedaban a salvo en el palo de la luz, porque el tirador de la pelota los había alcanzado y allí los esperaba a una distancia de más menos 1,5 metros muy atento para lanzarle el pelotazo al primero que se soltara para salir corriendo de regreso a su hoyo.
La cuestión que en ese palo salvador no podían quedarse por mucho tiempo, generalmente se contaba hasta diez, si no se soltaba, el castigador le zampaba un pelotazo a uno de los participantes. Si alguno era tocado debía tomar la pelota y correr rápidamente para darle el pelotazo a alguno que aún no había llegado a tocar su hoyo. La cuestión que en esta corrida, varios eran alcanzados por los pelotazos y el que se quedaba con la pelota sin haber golpeado a otro, era el perdedor del juego. Esta corrida de regreso al hoyo, podía durar mucho o poco, porque se corría en todas direcciones gambeteando al tirador para que no lo peloteara y esa era la mejor diversión.
Al perdedor del juego o
sea, aquel que se quedó con la pelota, se le aplicaba una prenda la
cual se anotaba con una rayita al lado de su hoyo.
A las tres
prendas iba al “paredón de fusilamiento”, que generalmente era el tapial
de una casa. Allí recibía un pelotazo por cada uno de los participantes.
Vídeo demostrativo:
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